Aquí La Tamagochi al aparato. Llevamos ya más de dos semanas en el año nuevo y es hora de ir evaluando como van los propósitos que me marqué para el medio-corto plazo:
1. Tirar el cordón umbilical de una vez. CONSEGUIDO √
Eso sí, no sé en qué coño (nunca mejor dicho) estaría pensando el ginecólogo cuando cogió las tijeras de podar. Con el cacho pellejo que me ha dejado sobresaliendo, mi amigo afreirpimientos se podría cocinar un plato de callos.
Mi madre anda preocupadísima. Dice que con ese ombligo no voy a encontrar novio en la vida (no quiero saber cómo se ligó a mi padre, no quiero, no quiero, no quiero).
Ahora viene lo mejor, el remedio de mi abuela para solucionar el «desaguisao»: me han embutido en una especie de malla-refajo de modo que desnuda parezco un redondo de ternera a punto de meterme en el horno. No contentas con eso, han doblado una gasa hasta que ha adquirido la consistencia de una piedra y me la han pegado con esparadrapo al ombligo apretando hacia adentro. Ahora las tontasdelculo andan preocupadísimas porque «de buenas a primeras» he empezado a vomitar…
Prefería lo del alcohol de 70º, la verdad.
2. Vomitar encima del sacaleches (o destrozarlo de algún modo). FRACASO ↓
Reconozco que aún no tengo fuerza en los músculos del cuello y me resulta muy complicado apuntar cuando vomito. Lo he intentado, pero la cabeza se me va para todos los lados como a la niña del exorcista y mi madre se asusta mucho.
Así que he optado por el plan B: quemar el motor de la máquina sacaleches haciéndola trabajar a marchas forzadas. Para ello estoy comiendo como una cerda, cada dos horas, día y noche. Me zampo todo lo que entra mi cuerpo hasta que reviento (a veces literalmente, porque esto del refajo en el ombligo no ayuda).
Tengo a mi madre contra las cuerdas en un estado continuo de ordeño (se ha llegado a quedar dormida enchufada a la máquina). Pero la tía es terca como una mula (o como una vaca) y no cede… ¡coño mamá! ¿tanto te cuesta que me enganche a la teta un rato? ¡si está de moda!
Ya es mala suerte lo mío, ¡me tenía que tocar la única madre de la blogosfera que prefiere el sacaleches a la teta!
3. Mantenerme a salvo de El Gremlin. CONSEGUIDO √
Esto no ha sido muy complicado porque, entre nosotros, El Gremlin es un poco tonto.
Para empezar está lo de las notas: si te suspenden diez en la guardería, muy listo no puedes ser. Luego tenemos el episodio en el que se pensó que yo era un Nenuco. Si no has visto nunca un Nenuco, todavía. Pero si te has pasado toda la campaña de Navidad enchufado a Disney Channel chupando anuncios y no sabes qué es un Nenuco… es porque eres tonto.
Por otro lado, está el tema del oído. El pobre no debe de escuchar bien. Por más que en mi casa se pasan el día diciéndole que yo soy su hermana, El Gremlin ni me mira.
En fin, que a mí este chico me parece inofensivo y que lo que necesita, es amor.
4. Pedir cita en la peluquería. FRACASO ↓
Aquí, división de opiniones.
Mi padre dice que estoy guapísima con mi «melena morena» mientras que mi madre habla de «pelánganos negros».
Pero claro, luego a ella le entra el remordimiento de conciencia por lo del Gremlin (ya sabéis… por eso de que es muy rubio, y que en ni mi familia ni en la de mi marido hay rubios… ya me entendéis… ¡shhhh!). Así que, por tener contento a mi padre y que no haga preguntas, mi madre no mete la tijera y yo sigo siendo la versión neonatal de Neymar.
5. Dar guerra, especialmente en la franja nocturna, para evitar un tercer hermanito. CONSEGUIDO √
Por mi parte, comiendo cada dos horas por la noche, yo creo que doy por culo suficiente. A esto hay que añadir que El Gremlin está echando las muelas en plan llorica y mis padres tiene que sacarlo cada dos por tres de la cuna para que no nos echen del edificio.
Si nos lo seguimos currando así, el riesgo para un tercer hermanito es nulo.
Y hasta aquí hemos llegado. Dentro de quince días, veremos si he conseguido superar los dos objetivos pendientes: ¡PECHOS FUERA Y PELOS FUERA!
Querida Carmen, con respecto a lo del ombligo, yo he visto fotos de un bebé acicalado con esa misma indumentaria de la malla-refajo ( ahora mismo no tengo claro si era mi hermano, yo, o ambos) y te aseguro que los dos (sin entrar en detalles) hemos conseguido ligar. Así que tú tranquila, que al menos conseguirás un novio tan maravilloso como El Tío Carlos… Bueno, dejémoslo en: conseguirás un novio.
¡Ah! ¡Y se me olvidaba la otra parte positiva de lo que ahora te parecen ropajes horribles! La cuestión es que una vez que te quede el ombligo maravilloso, quién ideó el sistema anti-ombligos-feos y sus secuaces mirarán las fotos de este terrible momento y dirán: ¡y lo bien que le curamos el ombligo! ¡Si es que nos quedó perfecto! (Quizás en ese momento tengas que levantarte la camiseta y enseñarlo un poco, así que nada de piercings ni tatuajes secretos, confío en ti).
Por tanto, al final piensa que todo este sufrimiento que a veces te hace vomitar servirá para hacer felices a madres y abuelas, y para encontrar un novio, insisto: novio, así, a secas (luego no quiero reclamaciones).
Creo que el Tío Carlos también llevó refajo… lástima que no haya documento gráfico porque sería perfecto comenzar con esas fotos el video que pondremos a los postres de vuestra boda (¿boda? ¿he dicho boda?). Cambiando rápidamente de tema, es de justicia que rompa una lanza por el Tío Carlos. Él es siempre es maravilloso, pero los exámenes le confunden… 😉
Por cierto, la frase ¡y lo bien que le curamos el ombligo! Ya ha sido pronunciada admirando la obra maestra que se llevó a cabo con El Gremlin. ¡Te las sabes todas, Tía María!
Nunca había visto yo eso del refajo reparaombligos… sorprendido me hallo! Y también lo usó el gremlin?
Yo estaba muy obsesionado también con el ombligo del guaje. Antes de que le cayera el cordón, ya me parecía a mí que le habían puesto la pinza demasiado lejos de donde debería estar, así que al caérsele, claro, le quedó para afuera. Iba a pedir ya el libro de reclamaciones (no hay nada peor que un ombligo para fuera, salvo quizás los tobillos anchos, pero eso es genético, no una chapuza), pero todo el mundo me decía que paciencia, que se pondría bien.
Es cierto, sí. Se puso bien, así que menos mal que no la armé… es que ser padre primerizo es muy duro.
El Gremlin usó refajo, como debe de ser. Y tiene un ombligo precioso, tan precioso tan precioso que las señoras se paran en la playa a admirar la obra maestra 😉
PD: Nunca digas NO a una abuela, se ponen tristes.
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