Aunque no os lo creáis, hace unos quince años ir al Tony Roma’s era lo más «in».
La primera vez que fui al Tony Roma’s fue porque me dieron el soplo de que la noche anterior había estado allí cenando el Príncipe (que por entonces no era marido de Letizia, aunque de todas maneras, no me imagino a Letizia comiendo un costillar).
La segunda vez que fui a ese restaurante, estaba yo pidiendo un globito para mi hermano pequeño (Dios, sí que hace años de aquello) cuando me encontré de frente con Fran Rivera (que por entonces era novio de Eugenia Martínez de Irujo, a quien sí me imagino perfectamente comiéndose un costillar, y además con las manos).
Desde aquellos días, y hasta hace aproximadamente un año, cada vez que iba al Tony Roma’s, siempre les he observado atentamente con cierta pereza. No me refiero a Felipe y a Fran, que allí ya no están ni se les espera, sino a Los Otros.
Los Otros son una especie en vías de expansión cuyo hábitat natural los domingos y fiestas de guardar es el restaurante tipo americano en cualquiera de sus variantes (a ser posible, en un centro comercial). Los Otros se organizan en tribus numerosas y se sientan a comer en mesas de longitud infinita. En esas mesas siempre encontraremos padres, tíos, abuelos, numerosas crías, tronas, algún carricoche, y sobre todo, sordera colectiva (siempre hay alguien gritando pero nadie le mira).
Hoy hemos comido en el Tony Roma’s con mis suegros y mis cuñados. En total: seis adultos y tres niños con una infraestructura de dos tronas y tres carritos. ¡Ah! Y mi cuñada lucía bombo, que eso siempre viste mucho y da empaque a una familia.
Por si fuera poco, y debido a que el nacimiento de La Tamagochi alteró el orden natural de las fiestas navideñas, hemos tenido la feliz idea de darnos los Reyes en el restaurante. Sí, entre jalapeños y aros de cebolla. Nosotros somos así de originales.
En un momento dado, y simultáneamente, se desarrolla la siguiente escena:
1- La Tamagochi eructaba con alevosía y grave estruendo en brazos de mi suegra tras zamparse un biberón.
2- El Gremlin intentaba robarle el globito a la niña de la mesa de al lado, para lo cual había diseñado una estrategia: dejarla tuerta previamente introduciéndole el palito de su globo en el ojo.
3- Mi sobrino, enfundado en el escudo y las gafas que traían uno de los regalos, disparaba a discreción dardos de gomaespuma por todo el local.
Llegados a este punto, mi alma ha decidido separarse de mi cuerpo y levitar unos palmos para observar la escena desde las alturas. ¡Dios! ¡Qué visión! Por primera vez, Los Otros éramos nosotros.
Está claro que ni Tony ni yo hemos sabido envejecer. A él ya no le frecuenta la gente Vip, y yo lo más Vip que conservo actualmemente es una tarjeta de puntos con dicho nombre en la cartera.
Está decidido, mañana me tiño de rubio y empiezo una dieta. Si voy ser la matriarca de Los Otros, al menos lo haré al estilo de Nicole.
Felipe, Fran: os voy a echar de menos.
Muy buen post, sí señor… es el quinto que tenía sin leer. Baja el ritmo o me «desapunto» del reader!!!!!
Por cierto, nunca he ido al Tony Roma’s, pero me has quitado las ganas. Tony estará encantado! XD
Esta feo amenazar con lo que más duele 😉
Querida: no necesitas adelgazar ni ir d rubia, tu ya tienes mas glamour q nicole, lo traes de serie. Eso si, lo de levitar…dejamelo a mi!
Fandelgremlin, nunca me habias dicho nada tan bonito, sniff, si no fuera porque tus hormonas están in the air, me preocuparía, sniff, sniff.
Por cierto, lo de «levitar» era una provocación para ver si entrabas al trapo 😉
Me encanta leerte, desprendes desparpajo por todos los sitios.
Aqui una fiel seguidora, de 25 añitos, recién casa y con muchas ganas de tener churumbeles aunque… leyendote hay ocasiones en la que me lo pienso muy mucho! 😛
Yo también me casé con 25! Eso sí, a mí el instinto me apareció un poco después… (aunque según algunos, sigo sin tener ningún instinto a pesar de 2 hijos, jeje).
Nos vemos por aquí!!
De acuerdo con Paparracho… baja el ritmo que no se puede… Me estoy deprimiendo por no poder seguirte el ritmo. Besos.
PD: ya os vale Tony Roma’s y con regalos… todo lo que os pasara era merecido y poco 😉
Menos protestar y al tajo! Postear es como ducharse, hay que hacerlo todos los días, por higiene.
PD: Por si te ayuda a sentirte mejor, si yo tuviera un blog como el tuyo a estas alturas tendría exactamente cuatro entradas. Me parece impresionante que mantengáis esa regularidad… y con ese figurín 😉
Podría ser peor. Imagínate tú que el Príncipe y Letizia siguieran yendo y que la niña del globo fuera una de las Infantas, sería al más puro estilo: ¡qué le corten la cabeza!.
Sería la Princesa de Éboli del siglo XXI!!! Qué guay… estoy por hacer un fotomontaje con powerpoint!
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Yo también estuve en Tony Romas. En la época del príncipe cuando se rumoreaba que iba con Maria León. Creo. Te tengo en el punto de mira.
¡Uf! Y yo pensaba que mi blog era un poco críptico y te estoy dando todas las pistas… casi tengo miedo ahora de que realmente nos conozcamos y se pierda la magia. Por favor, no me digas tu nombre, que seguro que nos conocemos 😉
Creo que la década que nos separa nos va a salvar que una es de los setenta. Aunque estoy empezando a sospechar que igual nos hemos enrrollado ya 🙂
Pero yo fui muy de Oh! A But llegué ya con la primera pata de gallo.
Mmm, y el abuelo paga? Una de las anécdotas de un sitio así, o similar, fue una comida, un comidón, porque allí siempre se come mucho de todo, y más si cabe, en que iba una familia entera: abuela, abuelo, tíos, sobrinos, primos, padres, madres, niños, más niños… Y al final de la comida, café, puro y copa, y desaparición en masa de todo el colectivo familiar, salvo de una persona, el abuelo. Mientras los «allegados» a la comida, que no al abuelo, iban saliendo por la puerta en tropel, se escuchó «¡el abuelo paga!»
Que tristeza.