Un post y un post-it

Hace dos años, tal día como hoy, yo pesaba unos diez kilos más (no hace falta concretar) y llevaba en las entrañas a un feto gremlin muy bien encajado cuyas orejas se habían atascado en las paredes de mi útero.

La matrona, en una de esas bromas perversas para entretener a las primerizas salidas de cuentas, me dijo que andar «era bueno». Y yo como una imbécil me lo creí. Unos diez kilómetros diarios estuve caminando durante días y sólo conseguí gastar suela. Mi obsesión llegó a tal punto que en mi familia se turnaban conmigo después de cenar, como quien discute por sacar al perro:

– Yo ya he paseado con ella esta tarde.

– Sí, pero yo me la he llevado de compras toda la mañana.

– Ya, pero es tu hija.

– Ya, pero TÚ ERES SU MARIDO.

– Pues… podría pasearla esta noche el futuro padrino.

– Ni lo soñéis, yo estoy de exámenes.

– ¡Pero si estamos en octubre, niño!

Nota: Este diálogo no es ficción.

Entre pitos y flautas, en mi pelvis empezaba a haber más tensión que entre Mourinho y Sergio Ramos. Yo no soltaba lastre, los días pasaban… así que en la siguiente consulta, Don Fermín Pistolero, mi ginecólogo, tuvo una gran idea y mientras se remangaba me dijo:

– Esto que voy a hacerte va a doler un poquito, pero esta misma noche te pondrás de parto.

¿Adivináis qué parte de la frase se cumplió? En realidad no se cumplió ninguna porque no me dolió un poquito, me dolió un huevo. Por supuesto no me puse de parto, y de regalo, me recorrí media Castellana a lo tonto. Según la matrona, caminar era indispensable para que aquello «funcionase». Otra bromita inocente de matronas.

A todo esto, feto gremlin estaba ya tan hecho, tan hecho, que cuando me sonaba el móvil y yo andaba ocupada en algo, el sacaba su manita y lo descolgaba por mí:

– Mamá, es la tía de Sevilla, que pregunta cuando voy a nacer porque se ha guardado unos moscosos para venir a verme.

Nota: Esta conversación hoy sería ciencia ficción (no por los fetos, que son capaces de eso y más, sino por los moscosos).

Intenté dialogar con feto gremlin mientras me acariciaba la tripa:

– Cariño, es la hora. Mira que como te entretengas un poco vas a acabar naciendo el día de El Pilar, y nacer en festivo es un rollo… te lo digo yo, que soy de agosto… que luego nadie te felicita ni puedes repartir chuches (por aquel entonces yo no conocía el mundo 2.o, ni a Vanina, claro).

– ¡Ay mamá! ¿Es que no te das cuenta? ¡¡España acaba de ganar el Mundial de Sudáfrica!! Ya no tengo aliciente para nacer… ¡Sólo me espera la crisis!

Y es que la excusa de la crisis hace años que vale para todo, hasta para no venir al mundo.

Finalmente, hace dos años, tal día como hoy, Don Fermín Pistolero se apiadó de mi alma y me dio cita para «inducirme», casi como a los extraterrestres. Lo primero que hice fue llamar a mi tía para decirle que se fuera pidiendo los moscosos. Lo segundo, escribir un post-it y pegármelo en la tripa para que el Gremlin se hiciera a la idea de que tenía que enfrentarse al mundo. Al fin y al cabo, el fútbol no lo es todo en la vida. Aunque por los pelos.

Y con este mismo post-it sobre mi panza, comunicamos a los allegados que el Primer Advenimiento estaba próximo.